“El mito no se sitúa en una fecha determinada sino en “una vez...”, nudo en el que espacio y tiempo se entrelazan. El mito es un pasado que también es un futuro. Pues la región temporal en donde acaecen los mitos no es el ayer irreparable finito de todo acto humano, sino un pasado cargado de posibilidades, susceptible de actualizarse. El mito transcurre en un tiempo arquetípico. Y más: es tiempo arquetípico, capaz de re-encarnar. El calendario es rítmico porque es arquetípico. El mito es un pasado que es un futuro dispuesto a realizarse en un presente eterno”.
Octavio Paz.
El Arco y la Lira.
Los Mitos, son interpretaciones que ha hecho el hombre sobre los orígenes de la vida y los fenómenos de la naturaleza a través de todas las épocas desde su existencia. Estas interpretaciones se revelan como una forma expresiva inherente a él, que desde siempre ha fortalecido la memoria colectiva de los pueblos, su identidad y su herencia cultural.
En Venezuela coexisten una gran variedad de mitos entre los cuales notamos, que los mitos aborígenes tienen un significado tan importante como la supervivencia de una cultura étnica. Son los vínculos que pueden conectarnos con nuestra esencia, con nuestras propias raíces para conservar el patrimonio cultural y vencer el desarraigo al que día a día estamos expuestos.
Al enfrentar el desarraigo, nos damos cuenta que los seres humanos también hemos experimentado a lo largo de toda nuestra historia diversas consecuencias en torno a este hecho; no sólo desde una perspectiva física (material), sino también desde un enfoque psicológico -un desarraigo espiritual-, emanado de la misma humanidad que se ha venido despojando a sí misma de valores morales, éticos, compasivos y de sentido común, expresado en una aparente neutralidad, imparcialidad e indiferencia hacia nosotros mismos.
Desarraigo implica, tanto en el plano físico como espiritual, un desencuentro con el pasado existente, ya inaccesible, que nos deja suspendidos sin punto de apoyo en un espacio baldío, siempre en la búsqueda de una identidad común -individual y colectiva-, para poder sobrevivir sin raíces que nos sustenten.
La palabra desarraigo y sus significados nos remonta, en Venezuela, a la época de la conquista, donde las razas humanas participantes en los procesos de mestizaje están directamente relacionadas con esto.
Las etnias indígenas por ejemplo, fueron despojadas una y otra vez de sus tesoros materiales y espirituales. Sus tradiciones y costumbres se desplomaron ante las violentas imposiciones e incisivos engaños de los conquistadores.
Por su lado los blancos, sobrellevaban la consecuencia de estar en tierra extranjera manifestando esa angustia o estrés con agresividad y despotismo. Asimismo, el gentilicio africano maltratado y vejado, sometido a vivir bajo condiciones sub-humanas y subyugados a una vida de dolor y de odio, no escapó a la sensación de pérdida que el desarraigo ocasiona. Así entonces grandes comunidades humanas fueron sometidas y desterradas de sus pertenencias naturales y culturales de las cuales formaban parte.
No obstante, todo ese dolor, todo ese desasosiego, todo ese rencor desesperado, no impidió la inevitable fusión del mestizaje. Nuestra historia, como la mayoría, conoce de persecuciones, de violencias, de venganzas, de odios y amores forzados: de desarraigos.
Para Simone Weil en su libro, Raíces del existir, el arraigo es la más importante necesidad del ser humano, y ese arraigo involucra la posesión de un espacio físico y de una cultura, actualmente los ámbitos más amenazados de nuestro continente que ocasiona el existente orden mundial.
Nosotros, los Hispanoamericanos en general y los Venezolanos en particular, venimos padeciendo de un desarraigo psicológico y social milenario. Nuestros pueblos se reflejan como perennes buscadores de lineamientos que identifiquen nuestra idiosincrasia aunque, tristemente, a veces, bajo insustanciales patrones de importación que más que aportar plataformas creadoras, se ofrecen como escenarios desorientadores sin lograr encontrar en ellos un asidero para el fortalecimiento y el desarrollo de nuestras raíces y fuentes de identidad originarias.
Los rápidos cambios tecnológicos bombardean masivamente nuestras mentes hoy, en complicidad con la pesada y pre pagada artillería de medios de comunicación que nos introduce en la atmosfera de la globalización e implantan un “pensamiento único” que contempla tradiciones, costumbres, aspiraciones y prioridades comunes en favor de intereses minoritarios que pretenden así dar continuidad a su poder hegemónico.
Según el proyecto presentado por la Organización de Estados Americanos, OEA, sobre la educación inicial a través de los medios de comunicación, publicado en Santiago de Chile (2003), el mundo actual avanza vertiginosamente hacia la globalización de sus soportes culturales e instrumentos de transmisión de informaciones, imágenes y datos. Estamos en una época donde los medios de comunicación cumplen un papel fundamental dentro de un escenario dominado por el creciente conocimiento y la educación. Para países como el nuestro, que tienen como meta la superación de la pobreza creando mayores oportunidades para mejorar la calidad de vida, el desempeño de las comunicaciones es crucial. Es por estos medios comunicacionales que la sociedad se conoce a sí misma, se identifica, asume sus problemas y busca sus soluciones. La radio, la televisión, el teléfono, la internet, la inteligencia artificial y los ya casi extintos medios impresos, invaden todos los espacios de la vida humana con un impacto abrumador, gracias a su amplio espectro de accesibilidad y credibilidad; por consiguiente, un potente generador de aprendizajes. “...Estos medios pueden convertirse en nuevos cauces para la creatividad individual y social; abrir puertas a lo nuevo, a ampliar conocimientos, a establecer relaciones más equitativas entre los seres humanos y dar origen a formas de trabajo innovadoras. Por otra parte, en el ámbito educativo, se constituye en un soporte en beneficio del Derecho a la Educación para Todos”.
Sin embargo, como vemos, puede también ser parte de la destrucción de entornos sociales, políticos, culturales y ambientales, consecuencia directa de la manipulación de masas con la creación de matrices de opinión, de asumir conductas bélicas o llevar la batuta paradirigir letales sinfonías, devastadoras de entornos naturales.
Para volver a encontrar nuestros orígenes, reinventarlos y actualizarlos una y otra vez; para rescatar valores perdidos y acercarnos un poco más a lo nuestro, los Mitos de Origen de nuestros pueblos pueden transformarse en un recurso alternativo para ir recuperando nuestros vacíos espirituales. Una re-educación que llene la falta de contenido y alivie el sentimiento generalizado de desorientación usando convenientemente, por ejemplo, medios de comunicación –videos, textos, programas radiales-, para tal fin. La idea es encontrar los recursos que se necesiten y solidificar las tan sacudidas bases para sabernos orgullosos de lo que somos como comunidad, como país y como continente.
Este trabajo no es sencillo, requiere de mucha firmeza para comprender y coligar nuestros orígenes con nuestra contemporaneidad. Pero como toda buena labor comienza desde el principio, debemos conocer inicialmente sobre los mitos y sus orígenes, para después incursionar en las herencias aborígenes.