Recorriendo el antiguo Río Paraguay, llamado después
Río de la Plata, -aunque hoy el nombre sólo se aplica al delta donde en
sus orillas se encuentra actualmente la ciudad de Buenos Aires- podemos presenciar el hermoso y noble territorio
Guaraní; espacio donde convergen dos culturas, dos formas de concepciones del
mundo, que se fusionan y se diferencian constantemente en la cotidianidad de un
día cualquiera.
La población paraguaya actual, es el resultado de la
mestización de dos tipos étnicos y culturales distintos: guaraníes y españoles.
Pero esta mezcla tiene excepcionales características, muy diferentes de las
demás regiones sudamericanas, donde existen por un lado, grupos significativos
de sucesores de indígenas que conservan la mayoría de sus rasgos raciales y
culturales originarios, y, por el otro, una población compuesta por
descendientes de españoles u otros europeos con sus características étnicas y
culturales propias.
En el Paraguay, la población es casi en su totalidad
directos descendientes de indígenas; la porción restante, es un moderado
porcentaje de población blanca que se instaló allí a partir de la colonización,
y como consecuencia de la interacción y mezcla de los dos tipos étnicos
-cada uno poseyendo su propia cultura-, se produjo una fusión que ha dado como
resultado la actual cultura paraguaya.
Sin embargo, no se ha llegado a estudiar suficientemente
qué proporción de cada cultura original entró en la mezcla resultante, y hay quienes
discuten en la actualidad, si existe una o dos culturas paraguayas.
Aparentemente prevaleció de la cultura del dominador la organización política y
económica, la religión, parte de la vestimenta, la vivienda, los instrumentos
de metal y las técnicas de producción. De la cultura indígena se conserva gran
parte de las tradiciones y algunas costumbres y utensilios: el uso de la yerba
mate y otros productos agrícolas, cierto orden social, valores como la
solidaridad y la cooperación, y lo más prodigioso, la lengua guaraní hablada
por casi toda la población.
La lengua guaraní es utilizada más
en el campo, donde reside la mayoría de la población, y el castellano más en
las áreas urbanas. Se podría decir que hay una cultura rural y otra urbana,
pero por la gran movilidad social y económica entre campo y ciudad, se ha
producido una compenetración, donde ninguno de sus habitantes es ajeno a las
costumbres y usos del otro, es decir, tanto de los campesinos como de los
citadinos.
En el Paraguay el 90% de la población
habla en guaraní y el 55% en castellano, según el censo de 1982. Se puede
deducir entonces que hay dos culturas nacionales: prácticamente todos los
paraguayos pertenecerían a la cultura paraguaya que se expresa en guaraní y más
de la mitad serían biculturales –por ende bilingües-, poseyendo dos culturas
nacionales. No obstante, muchos afirman que la única cultura verdaderamente
nacional y paraguaya es la que se expresa en guaraní. Los que hablan en
castellano, participan de la cultura hispana, muy semejante a la de los demás
países de América Latina y que es próxima a otras culturas del viejo mundo, más
no de la cultura aborigen guaraní. Pero esa cultura no es una cultura
verdaderamente paraguaya, como ellos mismos expresan; es cultura europea, imperialista
y universal.
La nación puede que esté atrasada
desde el punto de vista del desarrollo del comercio y la industria
internacional: es esencialmente una sociedad campesina; pero, desde el punto de
vista de la capacidad de convivencia cultural es muy avanzada. Bienaventurado
el pueblo paraguayo que aún no está del todo "civilizado" por lo
todavía puede ser paraguayo. Hay en él recursos del pasado que son estímulos
para el futuro; sus características son de un pueblo que todavía está ligado a
un pasado ancestral, que se reinventa en el presente y se actualiza una y otra
vez para rescatar valores que se puedan sentir perdidos y acercarse más a sus
raíces.
La cultura que comprenda ese proceso
y lo potencie en el pueblo, será una cultura reforzada, digna de admiración en
estos tiempos de tormentas de codicias y vendavales de vergüenza.
La cultura paraguaya es, como se ha
planteado, la que principalmente se expresa en guaraní, y los paraguayos que
aprenden el castellano, lo hacen como quien aprende por necesidad una lengua
extranjera, que les sirve principalmente, para llevar a cabo todas las
actividades administrativas, burocráticas, académicas –occidentalmente
hablando-, o comerciales, típicas de las ciudades.
Esto se refleja en la escasez de literatura paraguaya en castellano: el escritor se encuentra con la dificultad de expresar en español una realidad pensada en guaraní. La literatura en guaraní también es escasa, pues no se ha enseñado a leer y escribir en guaraní, es decir, que son analfabetos en la lengua que casi todos hablan; pero por otro lado, se tiene una riquísima "literatura oral" que incluye adivinanzas, proverbios, relaciones, relatos, fábulas, mitos y leyendas, que se cuentan en guaraní y corren de boca en boca entre la gente del pueblo.
El guaraní dejará de hablarse, el día en que éste agote su capacidad de adaptación para seguir interpretando, en el campo semántico, las necesidades diarias que el mismo avance social le exige.
El Paraguay es un territorio que
acuna riquezas culturales, materiales y no materiales, merecedoras de un
estudio profundo y dedicado que permita ahondar en los tesoros que desde hace
siglos, pernoctan en nuestra Sudamérica haciéndola posible. No obstante, independientemente que existen universidades que ofrecen, dentro
de carreras específicas, materias alusivas a tal profundización e institutos
dedicados al estudio de ciertos aspectos del hombre y su sociedad, no existe la
posibilidad de estudiar -como es el caso de la antropología- una licenciatura
en su totalidad.
Por ejemplo, en la universidad
Nacional de Asunción (UNA), dentro de la Carrera de Filosofía, se cursa Etnología
Paraguaya, Arqueología y Hermenéutica; en la Facultad de Ingeniería, en la
carrera Ecología Humana se cursa, Antropología Social, Ecología Humana,
Desarrollo Humano, Ecología de los Recursos Naturales, Microbiología,
Sociología de la Familia, Educación Popular, entre otras..
Los paraguayos que deseen abocarse a
los estudios sociales y antropológicos completos, deben dirigirse a algún país
vecino para luego regresar y aplicar sus conocimientos dentro del marco de las
posibilidades que se le ofrezcan. Como
ejemplo, el
Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud (I.I.C.S.), creado en
1969, como un Instituto para el Estudio de la Reproducción Humana (I.E.R.H.);
el Fondo
Nacional para la Cultura y las Artes (FONDEC); La División de Investigación
Etno Cultural de la Dirección de Investigación y Apoyo Cultural (MEC), que se
dedica a tareas
de investigación para el rescate, el fomento y la divulgación de la
antropología cultural del Paraguay, la investigación, difusión y rescate de
información sobre antropología cultural, y a establecer el enlace entre cultura
y educación; también esta el Centro de Conservación del Patrimonio Cultural
(CCPC); o bien en investigaciones
particulares que generen nuevas propuestas y conocimientos para la conservación
de nuestras raíces sudamericanas.
Escrito por Luciana Grioni
Fuentes
www.una.py
www.une.edu.py
www.members.tripod.com
www.monografías.com
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