La relación entre el color de la piel y la posición
económica en la que vive un ser humano dentro de los diferentes estratos
sociales, es un tema controversial, abordado desde distintos puntos de vista.
Uno de ellos lo abarca la profesora Amy Chua, que se ha dedicado ha estudiar el
fenómeno, como ella lo llama, de la “Pigmentocracia”, en los países
latinoamericanos donde, más que un conflicto racial, según Chua, existe un
conflicto étnico que refleja una desproporcionada desigualdad de derechos y
beneficios, padecida por una inmensa mayoría poblacional que desciende
principalmente de “indios”. La profesora
es de la opinión que este problema se hereda de la colonia, cuando a partir de
las mezclas raciales entre indios, españoles y negros, surgió “...un sistema
social injusto conocido como la sociedad de castas, en el que los individuos
estaban clasificados según la claridad de su piel, con los blanco en el estrato
superior” (Amy Chua:70). Y esta situación se ha arraigado de tal forma, que
terminó por desarrollarse una “vergüenza étnica”, que ha entorpecido el
reconocimiento y aceptación de la propia identidad, para transformarse en una
auto anulación que ha facilitado la adopción de una nueva (identidad), o por lo
menos, el deseo de cambiar la propia.
Ciertamente, los habitantes de color “oscuro”, representan
la mayoría en los países latinoamericanos, así como también en los africanos,
en algunos orientales y en otros tantos que, desde la población primigenia del
mundo, adquirieron tal pigmentación dérmica. Lo que quiere decir que, la
sorprendente discriminación étnica y auto anulación que existe en los países en
vías de desarrollo, ha sido falsamente instaurada por una visión antropo y
europocéntrica del mundo que coincide, justamente, con la de un grupo de
personas de color clara.
La "Pigmentocracia" es la tesis central del artículo El
mundo en llamas. Los males de la globalización, de la profesora Amy Chua.
Sin embargo, el funcionamiento mental de Chua, asoma ciertos rasgos de
pensamiento dominante. No tiene sentido argumentar de pigmentación de estratos
sociales, cuando no se deja de establecer el propio. Sorprende que en su manera
de abordar el tema, se entrevé un tanto de superficialidad y ligereza, así como
una posición europocéntrica que, si su propósito era dar a entender lo
contrario, a nuestro parecer no lo logró. Sabemos que no es fácil deslastrarse
de años de estructuras mentales dominantes, así como tampoco lo es, de
estructuras mentales de clases subordinadas. Pero para abordar un tema como
este, se debe intentar mantenerse al margen de cualquier influencia de
pensamiento, o bien intentar colocarse
en el “cuero del otro”.
Explicamos los dicho: la profesora es de la idea que la
influencia de la globalización y el libre comercio a sido crucial para
desempolvar mentes inertes y accionar las luchas por los propios derechos.
Estamos muy de acuerdo con ello. Lo que ha logrado la globalización es una
mayoría negra, india o mestiza cada vez más empobrecida, y una minoría blanca
que aumenta su poder y sus privilegios.
¿Pero, está Amy Chua de acuerdo con la globalización o no
lo está?. En palabras de la propia Chua, “No hay duda de que la
globalización, además, ha creado oportunidades para los bolivianos «mestizos»;
en la capa alta figuran hoy en día personas con la piel más oscura e
inconfundibles rasgos amerindios. La globalización ha beneficiado incluso en
cierto modo a la mayoría indígena” (Amy Chua:68). ¿A que se referirá
Chua con “oportunidades”? ¿Cual es la meta de la vida para la profesora de
pensamiento occidental?, ¿Será el estar encumbrado con muchísimo poder?. La
meta que parece expresar, ¿coincidirá con las intenciones de los indígenas
bolivianos en particular, y latinoamericanos en general?, ¿O es una meta
impuesta por la cultura occidental, precisamente, para continuar enriqueciendo
a los más poderosos?. Además no se comprende por qué hace alusión a un
beneficio turístico a partir de la globalización, en la medida en que los
indios “aprendan un poco de inglés”. ¿Es la lengua autóctona lo que se desea
recuperar, o intentar más bien, una adecuación al nuevo proceso de “pensamiento
único” a toda costa?.
La profesora, ¿Se proclama a la lucha por una igualdad de
clases o no?. Realmente no queda claro en su artículo, su posición ante esta
situación mundial. Es más, creemos que no fija posición alguna, claro, no tiene
por qué hacerlo. Pero tiende a confundir el hecho de que habla consternada de
la exclusión étnica, y no puede quitarse la etiqueta de “clara” que con tanto
orgullo parece llevar, independientemente que lo sea o no (blanca). Tal vez si
su color fuera otro, no se expresaría con tanto desparpajo sobre los demás como
lo hace.
Creemos que la meta humana no se puede compaginar con un sistema
capitalista que mantiene un preciado interés por barrer la identidad y la
memoria colectiva. Este sistema impone un nuevo modo de vida que marchita la
esencia humana al ir, poco a poco, desconociendo sus raíces más profundas. Ya
el tiempo no es más que un aliado para lograr metas efímeras con vacío de
contenido. Nos estamos secando por dentro, porque las conexiones entre el
hombre y los sistemas de la naturaleza están siendo reemplazados por sistemas
artificiales basados en la fabricación de ansiedades por alcanzar fines
mercantilistas, que, al fin y al cabo, solo terminan por favorecer
(económicamente), a un grupo bastante reducido de individuos; los mismos
interesados en desarraigar de la humanidad, cualquier estímulo de
retroalimentación, de pertenencia, que ponga en peligro sus anhelados
intereses.
La imposición de un estado consumista de lo
"nuevo", lo deseado, y a la vez de lo "prohibido", de lo
inalcanzable, confunde a las sociedades generando desequilibrio y malestar
general. Una despersonalización y desvalorización está calando mentes y rumbos,
y sobrepasando a la naturaleza. Como dice el antropólogo Efraín Hurtado: "Es la
avalancha de la producción industrial cayendo sobre todos los recovecos de la
vida social al precipitarse en una invasión de objetos, artefactos, noticias,
acontecimientos, Films, fragmentos imaginarios, viajes espaciales que se
reparten con un vértigo cada vez mayor por la urgencia economica de la vida
misma" (Efraín Hurtado, 1973:39). Evidentemente parece existir un
destino predeterminado, un modelo único de pensamiento dispuesto a subestimar,
no sólo la capacidad cultural del hombre urbano, sino mucho más allá, la de las
sociedades minoritarias (no occidentales). Esa falta de diversidad en la
identidad, de Fe en uno mismo y en una fuerza superior, ese desequilibrio y
desajuste general, tiene a la humanidad actual en un sopor de melancolía y
desespero preocupante. Pareciera que el mundo "se lo está llevando un
perro en la boca". Sin embargo, imitando el optimismo del antropólogo
Esteban Emilio Mosonyi, la salida podría ser, apuntar hacia la utopía
realizable, no perder las esperanzas de que podemos construir otro mundo
posible.
Volviendo a la Profesora Chua, ella le adjudica una sola
raíz a la problemática actual de discriminación; del bipolarismo rico-pobre; de
la violencia y de los conflictos sociales: el color de piel. Si, es verdad que
ésta es una poderosa razón, pero pensamos que deben existir otros orígenes que
generen esta compleja situación, como es el caso del sistema capitalista, la
discriminación de género, o la innata autodestrucción del ser humano, o también
la innata falta de tolerancia, que se han reflejado, atrozmente, en los
conflictos religiosos, por ejemplo. Lo que la misma Chua comenta en su artículo
como apéndice del malestar por la tonalidad, pudiera servir como muestra de una
complejización de la causa original: “Las poblaciones indígenas de Latinoamérica, tratadas
de “subhumanas” e incluso de “brutales”, han interiorizado una sensación
profunda y debilitante de inferioridad”. (Amy Chua:84), razón por
lo que la identidad étnica ha resultado poco atractiva. Esto, sumado al
acoplamiento que existe entre la dermis blanca y el dinero, ha intensificado un
tanto las cosas, y el asunto mercantilizante, que va más allá del color, se
modifica en un asunto de derechos de envergadura universal.
No obstante, Amy Chua acepta que el origen de los
problemas por el color de piel se está desvaneciendo poco a poco, de hecho,
arguye que, “Hoy en día, Bolivia, México y Perú son las principales excepciones de
Latinoamérica” (Amy Chua:77). No compartimos esta aseveración con la
profesora. Tal vez su estudio se ha enfocado sólo en algunos países de
Latinoamérica. Creemos que Venezuela, es uno de los mejores ejemplos de
incorporación de conciencia étnica y racial y de cambio hacía una nueva visión
del mundo. Cosa en la que Chua, al parecer, no profundiza tanto. Ni tampoco
parece hacerlo cuando comenta que, en 1998, en Venezuela, el triunfo del
“paracaidista Hugo Chávez obtuvo una victoria aplastante”. Tal vez si hubiera
investigado un poco más a fondo, se hubiera percatado de que la victoria del
Comandante Hugo Chávez, no fue aplastante en esa oportunidad, (como lo fue
recientemente), y que hubo, en todo caso, una abstención de casi el 45% de la
población. O por ejemplo, el hecho que
diga que Argentina, Uruguay y Chile, son las excepciones a la regla de
discriminación por color. Desconocemos sobre qué estudios se habrá basado para
aseverar tal cosa. No consideramos que los países del Sur de Sudamérica, ni
otros países del mundo sean la excepción. En prácticamente todos los países de
este planeta se refleja un tono discriminatorio por el color de piel, por credo
o género. En el caso de los tres países anotados arriba, existe, aunque en baja
escala, discriminación por color, entre otras razones.
La cuestión es que, efectivamente, comenzando por
Venezuela, la inmensa mayoría, denigrada por siglos, está despertando, y no
sólo "gracias" a una globalización totalmente oportunista, sino a dirigentes
político-sociales que, como también dice Chua, son parte del mismo pueblo, que
hablan el mismo lenguaje y padecen de las mismas penurias. Y por ende,
entienden más que nadie cuales son las necesidades. La lucha por la
diversificación de la identificación social continuará. Cada vez somos más los
que formamos parte de ella.
BIBLIOGRAFÍA
CHUA, Amy (s/f) El mundo en llamas. Los males de la
globalización. Ediciones B Grupo Z.
HURTADO,
Efraín (1973) La transparencia del signo. Ediciones de la Dirección de Cultura de la
U.C. Imprenta Universitaria de Caracas
No hay comentarios:
Publicar un comentario