“Hay seres humanos extraordinarios que se dedican al cultivo de su perfeccionamiento personal; por este camino llegan a la sabiduría y a la paz interior.
Para ellos la sociedad es un contexto pero nunca una realidad que debe ser cambiada. Hay un linaje distinto, el de aquellos que viven volcados hacia el otro. El otro es el amigo, el vecino con urgencias menores, pero el otro también es el ser colectivo, son los pobres de la tierra –con quienes Martí quería echar su suerte-, los campesinos olvidados por las conquistas de la civilización, los obreros que mueven la economía del país, las mujeres preteridas por leyes que han dictado los hombres, las mujeres vulneradas por la violencia física y por la más insidiosa, la discriminación que no da la cara”
José María Cadenas
José María Cadenas
Argelia Laya, una lección de constancia

Muchas heroínas y héroes anónimos de la sociedad venezolana, luchadores por un país más libre, más humano, más justo y feliz, se les ha intentado convertir en una especie de fábula lejana, casi inalcanzable y con el pasar del tiempo, de contornos imprecisos. De esta manera despistan, distraen, viran la atención social para mantener despejado el camino hacia el enriquecimiento “grupuscular”. Pero, una vez más, este espacio se transforma en un poderoso instrumento de evocación y transmisión de todo lo que el sistema del capital se ha empeñado en diluir durante décadas por miedo a extraviar lo que tanto anhela, por temor a perder el control de los pensamientos, las acciones y los sentimientos de la gran mayoría de los seres humanos. Este espacio es la voz que no se calla, la memoria del pueblo, la oportunidad para no olvidar que es preciso retomar ciertas luchas, reavivar reflexiones, afilar pensamientos y sacudir el polvo de indiferencias y resignaciones que, tal vez, hayan cubierto nuestros códigos de ética y nuestros valores, cualquiera sea su razón.
En esta ocasión, traemos a estas páginas la vida de una mujer que, por más empeño que hayan puesto en desvanecer sus pensamientos, sus bregas, su realidad -que es la realidad de todas las mujeres-, ha sido de las pocas personas que no traicionó (a pesar de las presiones, los cambios y el tiempo) su integridad, sus ideas, sus creencias y su condición. Por eso esta mujer es leyenda, una leyenda inmediata, cerquita a todas y a todos. Porque es seguro que muchas y muchos tenemos un pedacito de ella por dentro. Así, de esta manera, pervive en la cotidianidad sin siquiera darnos cuenta. En el número 9 de la Revista Venezolana de Estudios de la Mujer, José María Cadenas comenta lo siguiente: “Pero, qué difícil es que una imagen de leyenda pueda sostenerse en el tiempo. Además por cuánto tiempo. Cuántos de aquellos hombres y mujeres que despertaron mi admiración en los días lúgubres de la dictadura, se convirtieron luego en seres comunes y, alguno de ellos, se fueron desplomando ante nuestros ojos, víctimas de las debilidades humanas sobre las que hace estragos la cercanía del poder y del dinero” (Cadenas, 1998:36).
Adentrémonos ahora en la vida de esta luchadora social y activista política que fue la venezolana Argelia Laya y, a través de ella, de su entrega, retomemos esos principios adormecidos, no para, necesariamente, seguirle los pasos exactos a esta increíble mujer, sino simplemente, para expresar -de muchos modo-, lo que significa dentro de cada uno de los venezolanos creer en otro mundo posible.
Valga asimismo estas breves líneas para reivindicar la inconmensurable labor de Argelia, pero también de todas aquellas mujeres que luchan y que lucharon por frenar las injusticias, los maltratos y la denigración; por el derecho de la mujer, los niños, los ancianos y los indígenas a recibir un trato digno; por el derecho a la educación; por la no-discriminación sexual y la igualdad de oportunidades dentro de todos los sistemas superestructurales; por la erradicación de los estereotipos y del lenguaje sexista, entre muchos otros propósitos.
El radiante plenilunio de Argelia
Uno
de los rasgos que más destacó en la personalidad de Argelia, fue la
alta concentración de valores éticos y profundamente humanos que mantuvo
durante toda su existencia. Estas características formaron parte
intrínseca de todo su pensamiento y las consecuentes acciones que llevó a
cabo. Porque ella no manejó un doble discurso. No. Fue siempre directo
al grano, con claridad, sencillez y franqueza. El temor se desvanecía
porque su causa era más grande que ella misma; de ahí sacaba sus fuerzas
para luchar en nombre de los marginados y desposeídos de la tierra. No
era “su” causa en realidad, era la causa de la vida, la de dios, la de
la naturaleza, la del amor. Lo cierto es que su perseverancia, su
compromiso y su solidaridad fueron una constante en todo lo que hacía.
Mujeres y hombres que la conocieron han dejado grabadas sus impresiones y
experiencias en hojas de papel. Así conocimos que, por ejemplo, en la
Revista Venezolana de Estudios de la Mujer, específicamente en el número
9 dedicado con exclusividad a Argelia Laya, María León hace llegar
estas palabras en una conmocionada carta : “En esa batalla suya de
todos los momentos, enseñaba con el ejemplo la solidaridad, llamada
entre mujeres sororidad, la entrega de la vida por los ideales y sobre
todo, la lealtad a la causa de las mujeres” (León, 1998:81).
Por su parte Beatriz Domínguez expresa:
“La
excelencia de lo ético en ella, se expresaba en su trabajo y trato
hacia la mujer. Lo peor que logramos oírle al referirse a las mujeres
fue que “era una mujer con bigotes”; y, cuando nos encontraba hirviendo
de ira por la falta de solidaridad y sororidad de alguna de ellas, nos
animaba diciéndonos: “compañera, no caiga en provocaciones”. De esta
manera, siempre fue ejemplo de lealtad a sus principios esencialmente
feministas, sin caer en contradicciones ni paradojas entre sus ideas, su
verbo y su praxis”. (Domínguez, 1998:22). Otro recuerdo, esta vez de Gioconda Espina nos revela :“...era
yo tan “come candela” que Argelia debía aplacarme, adoctrinándome en
una metodología para la militancia con mujeres que, confieso, muchas
veces me ha sido difícil poner en práctica. Tolerancia con los ritmos de
las otras mujeres, paciencia, resistencia para triunfar. Recuerdo uno
de mis primeros estallidos privados (sólo yo con ella), cuando las
mujeres del MAS decidieron cambiarle el nombre del boletín “A pesar de
todo” (que había propuesto la misma Argelia) (...) por “Nosotras”, un
nombre que le ponen (...) a todas las publicaciones que se les ocurre
sacar a las organizaciones de mujeres del mundo (...), somos las únicas
que se han atrevido a ponerle a sus grupos y revistas nombres como
“Brujas”, “La Conjura”, “La avispa”, “La cosa”, “La mala vida”, o “A
pesar de todo”. El nombre del Boletín es lo de menos, me dijo Argelia.
Lo verdaderamente importante es mantenernos juntas las del MAS y juntas
con las adecas y las copeyanas para dar la pelea en el Congreso hasta
que se aprueba la reforma” (Espina, 1998:43).
Y por último Maria Auxiliadora Banchs dice: “Debo
decir también que Argelia hizo lo posible por enseñarnos a tolerar
nuestras pequeñas miserias, las que todas y todos tenemos y trató,
siempre que pudo, de lograr, al menos, que nos grabáramos en las células
la idea de que esas pequeñeces no deben cegarnos ni impedirnos que
sigamos caminando hacia las metas trazadas” (Banchs, 1998:74).
Argelia Mercedes Laya López
La tercera hija de los barloventeños Rosario López (militante de la “Agrupación Cultural Femenina”) y el Coronel Pedro María Laya (montonero que nunca decía malas palabras), nace en una hacienda de cacao: Las Mercedes, un 10 de julio de 1926, en San José de Río Chico del Estado Miranda en Venezuela. Su madre tuvo 5 hijos, de los cuales uno de ellos no llegó a la adultez. Pedro, poeta, abogado y político fue el hermano mayor, ahora fallecido. A Pedro le sigue Fiel Luz, servidora pública jubilada, luego viene Argelia y después Renée, la menor.
Argelia vivió junto a sus hermanos toda su infancia en la hacienda. Su
padre participó en varios alzamientos contra los gobiernos de Castro y
Gómez, razón por la cual fue en varias oportunidades recluido en
prisión, hasta la última vez cuando ella apenas tenía dos años. Su mamá
era la que llevaba la batuta del hogar. Astuta e inteligente, poetisa
por naturaleza como Argelia misma la definió, promovía la paridad entre
el varón y las niñas, además de enseñarles, como ella dice: “a defender nuestra condición de mujeres y de negros ‘ustedes son hijos de
un negro, ustedes no deben aceptar nunca que los humillen por negros y
ustedes son mujeres y tienen que defender su condición de mujeres".
Cuando alguien dice, no, es que tu eres una mujer excepcional, les digo
que, lo que pasa, es que tuve la ventaja de tener una madre como la que
tuve y un padre como el que tuve, que me enseñaron y me dieron las
oportunidades para desarrollar desde pequeña eso, una actitud de
rebeldía ante las injusticias, ante las cosas feas (...) y cultivar el
amor por los demás”.
De pequeña padeció de una frágil
salud, fue asmática hasta la adolescencia. Cuando enfermó de tosferina
creían que moriría, sin embargo no fue así, pero suscitó a que los
médicos recomendaran no salir de casa. Por esta razón no
fue inscrita en la escuela a la edad correspondiente sino hasta el
momento en que su hermana Renée ingresó a los estudios escolares. Así
que, sola en casa, aprendió a leer con unas historietas de su hermano
Pedro; especialmente le encantaba la del “Gato Félix”. Ya para entonces
demostraba interés por adquirir conocimientos sobre el mundo que la
rodeaba, la naturaleza, desarrollando esa admiración y respeto que
conservó hasta su muerte. Con Pedro también disfrutó muchos de los
juegos infantiles. Jugaban siempre a “Los Caciques”: “era nuestro
juego preferido (....). Para ser Cacique, yo me sometía a las pruebas y
yo ganaba todas (...) comer picante, brincar por encima de la candela,
herirnos con cosas cortantes, subir palos, correr por la playa”[i].
Cuando llega la hora del ingreso de Renée a la escuela, como comentamos, también lo hace Argelia. “...hicimos
toda la primaria juntas, pero Argelia estaba mucho más adelantada que
yo y que la mayoría de las otras niñas (...). Destacó durante todos los
grados como la mejor del grupo, lo que no dejó de molestarme porque las
maestras estaban siempre diciéndome, “¿Y Ud. por qué no sigue el ejemplo
de su hermana Argelia que es tan buena alumna?
Debo decir que
Argelia me enseño que el talento por sí solo no basta para prepararse ni
para los exámenes, ni para la vida. Además me enseño a estudiar (...)
Creo que fui su primera alumna. Pero no fui la única de sus compañeras
de clase que se benefició de su inteligencia y conocimientos.
Recuerdo también que su capacidad de liderazgo y organización fueron obvias desde temprano. Fiel Luz solía decir y,
yo por supuesto estoy parafraseando, “A Argelia si que le gusta
organizar y decirle a uno lo que tiene que hacer”. Cuando nuestra madre
nos asignaba las tareas domesticas Argelia era la que siempre hacía el
plan de trabajo, nos organizaba y terminaba asignando actividades
específicas a cada quien” (Laya, R. 1998:135-136).
Caracas cruda y clemente
Tiempo
después su familia tuvo que trasladarse a la capital, al parecer porque
a su padre lo expulsaron de Miranda. Perdieron todos los bienes
materiales y vivían muy modestamente en Caracas. Allí pudo comenzar sus
estudios formales al igual que sus hermanos. Cuentan que después de la
muerte del “Benemérito” en 1935,
su mamá se sacó un quintico de lotería, con el que compró lápices de a
centavo, cuadernos de a centavo, unos retazos para hacerles una ropita y
los puso a estudiar. Después del primer año fallece su
padre. La angustia y el desconsuelo oprimen su hogar. A los tres meses
debió dejar la escuela porque no tenían con qué comer. Los desalojaron de la casa en la que vivían alquilados obligándolos a refugiarse en un rancho por Altavista sin agua y sin luz. “A
veces nos ayudábamos con un programa que había en Radio Continente.
Recuerdo que iba a la Biblioteca Nacional para copiar capítulos de los
libros. Alberto Ravel me regalaba papel de imprenta y con eso yo los
cosía y hacía mis cuadernos”[ii] .
Aún siendo adolescente llega a ser presidenta de la Sociedad de Jóvenes
de la Iglesia Evangélica “El Redentor”, a cuya congregación ella y su
hermana menor pertenecían. Fue co fundadora del Primer Centro de
Estudiantes Novelistas, en los años 40 y, para ese entonces ya estudiaba
en la Escuela Normal de Caracas. Fue en esos tiempos cuando emergieron
con más fuerza sus preocupaciones por la justicia social, la igualdad y
la ética.
Se gradúo de maestra normalista en 1945 en la promoción “José María Vargas”. Nunca repitió. En el lapso entre los 15 y 19 años es Secretaria de Cultura de Centro de Estudiantes Normalistas, Directora del Periódico del mismo Centro de Estudiantes, Secretaria General de la Federación de Jóvenes Evangélicos y un poco más tarde, dirigente de la Unión de Muchachas de Santa Rosalía, del Centro Cultural y Deportivo de El Cementerio al igual que de la Junta de Vecinos de la urbanización “Pedro Camejo” y del Comité de Madres del Centro Materno Infantil de Sarriá, pudiéndose con esto apreciar la diversidad de comunidades con las que trabajaba, la amplitud de movimiento y la dimensión del apoyo que esta chica ofrecía, interesándose extensamente en las necesidades de los “otros”.
Al
obtener su título de maestra contaba con 19 años. Aspiraba viajar a
Guayana para ejercer la docencia, pero no aceptaban mujeres. Luego quiso
ir para Santa Elena de Guairén, sin embargo, aprovechando que había
baja de maestros fue asignada al Estado Zulia ganando 300 Bolívares
mensuales. En diciembre del 45 retorna a Caracas a visitar a su mamá. En
el interín cae el Presidente Medina; sube Betancourt y al maestro
Prieto Figueroa lo nombran Secretario de la Junta de Gobierno. La envían
para La Guaira a realizar una campaña de alfabetización,
específicamente en el Colegio República de Panamá, hoy en día en
actividad.
La Madre política
Mientras
participaba como Secretaria de Organización adjunta de la FederaciónVenezolana de Maestros y en el Colegio de Profesores de Venezuela, en La
Guaira colaboró activamente en la Junta Directiva de la Asociación de
Periodistas y Escritores de La Guaira, y fue Vicerrectora de la
Universidad Popular “Víctor Camejo Oberto”. Funge por la misma época
como Secretaria de Organización en la Unión Nacional de Mujeres, y en la
Legión de Mujeres Nacionalistas. Es realmente impresionante la
capacidad de entrega y dedicación que Argelia dispuso en la lucha por un
mundo mejor, y más aún, tomando en cuenta que todas estas actividades
se realizaban dentro del “ojo del huracán”, es decir, en plena dictadura
perezjimenista bajo las punzantes miradas inquisidoras del régimen. Sin
embargo, obedeciendo a sus principios justicieros, ya hacía rato se
había incorporado clandestinamente al partido que adversaba a la
dictadura, Acción Democrática. Al tiempo, se retira transitoriamente de
esta agrupación y se reincorpora antes de la caída de Betancourt en el
48. El día que asesinan a Delgado Chalbaud, Argelia Laya abandona el
partido definitivamente. Su decisión obedeció, según ella misma relata, a
que el partido había dejado de lado su programa de justicia social y de
transformación de aquella Venezuela de los años 40. “Acción
Democrática había olvidado su programa (...), su política, su estrategia
y sus planes de gobierno no se correspondían a las necesidades del país
y mucho menos a la oferta que, como partido político, había hecho a los
venezolanos (...) En el año 50 estaba cansada de las inconsecuencias de
los (...) dirigentes de AD, que convocaban a la base, yo era de la
base, para participar en acciones de carácter clandestino y llegada la
hora, no se aparecían los responsables”.
En esos primeros
años de ejercicio docente y militancia política salió embarazada. Para
esa época, tal como comenta ella misma en una entrevista de “Mujeres en
Lucha” en 1984, las maestras no podían ser madres solteras; algunas se
suicidaban, otras abortaban. A pesar de su situación resolvió tener a su
primer hijo sola, asumiendo tal responsabilidad mediante una decisión
individual y no religiosa. “Toda esa mitología y toda esa
ridiculez que hay en relación con la despenalización del aborto, algún
día se va a acabar, y se va a acabar en la medida en que las mujeres de
hoy peleen más por tener ese derecho a decidir cuándo quiere ser madre y
cuántos hijos quiere tener y cómo los quiere concebir y en qué momento”[iii].
Acto seguido le escribe una carta dirigida al ministro de Educación,
Luis Beltrán Prieto Figueroa, apelando al derecho constitucional de
Protección a la Maternidad independientemente de su estado civil. No le
abrieron expediente pero fue suspendida durante unos meses por conducta
“inmoral”. En ese breve retiro Argelia dio a Luz,
reintegrándose nuevamente a la faena a los pocos meses. A manera de
castigo, fue asignada a dictar clases en una escuela de menor categoría;
pero esto no afectó a su ego de ningún modo, ya que amaba enseñar, le
brotaba espontáneamente y lo disfrutaba en donde fuera.
El mismo
año que renuncia al Partido de Acción Democrática ingresa al Instituto
Pedagógico de Caracas, del cual egresa en 1955 luego de concluir sus
estudios en la novedosa carrera de Filosofía y Ciencias de la Educación.
A partir de entonces mañanas y tardes enteras las dedica a dar clases
de Educación Media. Por los años 50 la expulsan temporalmente del
Pedagógico por represalias políticas. Entra a dar clases en un liceo
privado y en la División de Higiene Mental Escolar, todo, sin abandonar
sus gestiones contra el régimen. Se involucra intensamente en la lucha
contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez desde las bases militando en
el Partido Comunista de Venezuela y al mismo tiempo ayuda a organizar
el Comité Femenino de la Junta Patriótica, ambos, implicados en el
derrocamiento de la dictadura. Fueron aquellos los mejores años del
Partido Comunista, justo después del 23 de enero del 58. Cuando cae “el
Tirano” su participación en la política del país se hace patente;
participa en las elecciones ese mismo año como candidata a Concejal por
Caracas y Diputada por Miranda, ganando en esa oportunidad en Caracas y
en Miranda obtiene el título de Diputada Suplente. Años después sería
Concejal para el Distrito Sucre, el Distrito Federal y el Estado
Miranda, así como Diputada al Congreso de la República (repetidas
veces).
Continúa en la docencia como profesora suplente de Psicología en la Escuela de Servicio Social y en el Colegio Los Jardines en el Valle. También en esta misma época se incorpora a la Unión de Mujeres Venezolanas y, desde ese momento, su compromiso político estuvo estrechamente relacionado a las luchas por la defensa de los derechos de la mujer. No existía acto, mítin, conferencia, simposio concerniente a la defensa de los derechos humanos y, sobre todo, a los de las mujeres, pero también a los de las niñas y los niños, negras y negros, indígenas, las y los minusválidos, los económicos... a los que ella no asistiera. “Pero, no seríamos fieles a su pensamiento ni a su acción si no destacáramos la importancia que le atribuía al derecho a la información y el deber a informar” (Domínguez,1998:25).

Su pelea era integral. La presencia de Argelia
llenaba siempre todos los espacios; con su amplia sonrisa, con un sabio
consejo, una palabra de aliento, una ponencia o un mensaje preciso a
flor de labio, ella simplemente hacía notar su condición conciliadora y
tolerante hasta con aquellos que le adversaban. Sus pronunciamientos
públicos, fueran estos desde el PCV, AD o Movimiento de Mujeres
Socialistas conservaban la misma línea: la expresión de un férreo
compromiso con el país, con las mujeres de este país, con el socialismo
“a la criolla” y con los cambios economicos, sociales y políticos
necesarios para mejorar las condiciones de vida. Además sostenía “...una
descripción diáfana y muy didáctica de las injusticias padecidas por
todos en los barrios y zonas pobres de todo el país (...), las
condiciones de las mujeres venezolanas; como ellas constituían la
mayoría de los hogares en condiciones de miseria; como eran un
porcentaje elevado de las analfabetas, de las jefas de hogares en
condiciones de pobreza; la mayoría de las trabajadoras con salarios más
bajos y como al ser la mitad de la población, no podían pensarse cambios
posibles sin antes plantearse igualar las condiciones entre hombres y
mujeres” (Domínguez, 1998:24,26). Justamente en el Discurso de Orden pronunciado en el Consejo Municipal del Distrito Federal en 1982, expone:
“Aspiramos
a formar parte activa de este cambio que nos exige el reto histórico de
la modernidad, donde la ciencia y la tecnología, las riquezas y las
bellezas naturales de Venezuela deben servir a la felicidad de todos y
no ser la causa de sus desgracias y sufrimientos para beneficios de unos
pocos, como hasta ahora ha sido”
Posteriormente en 1986, en una intervención que realizó en el Congreso de la República había puntualizado:
“La
mejora de la condición de la mujer parece, en particular estrechamente
ligada con los progresos que deberían lograrse en el respeto de los
derechos humanos, la consolidación de la paz y el establecimiento de
relaciones económicas más justas entre las naciones, progresos
inseparables de las transformaciones económicas, sociales y culturales
que exige el establecimiento de una igualdad efectiva entre los sexos” (Laya S.F.:39).(Domínguez, 1998:24).
Casada con La Causa
En
el año 1952 contrae matrimonio. Estuvo casada durante 22 años y tuvo
tres hijos, de los cuales uno lamentablemente falleció en un accidente. Años después
confiesa al grupo feminista “Miércoles” que la única página que
arrancaría de su vida sería la del matrimonio por 22 años porque “en
esos 22 años pude no tener esas limitaciones y esas confrontaciones que
te producen a ti un desgaste, sobre todo emocional, que es terrible, es
terrible, porque tu de repente te haces una fantasía, piensas en una
cosa, te haces un sueño (...) y de repente dices, bueno, ‘pero yo aquí
fracasé con este caballero’, entonces, por más que sea, eso te afecta
no? (...) solamente por eso la arrancaría... (supercarcajada)”.
Dos años antes se había integrado al PCV. Hagamos un ejercicio de memoria y repasemos ciertos hechos: el Partido Comunista de Venezuela de corte marxista-leninista, fue fundado el 5 de marzo de 1931 por Juan Bautista Fuenmayor, Rodolfo Quintero, Pío Tamayo y otros revolucionarios durante la dictadura del general Juan Vicente Gómez. Su nacimiento se originó en la clandestinidad, tomando como antecedente la fundación del Partido Revolucionario Venezolano fundado en México en 1927 por un grupo de exiliados venezolanos como Gustavo Machado, Eduardo Machado y Salvador de la Plaza. En 1936 ocurre la primera “fuga de cerebros” como opina Jerónimo Carrera en un artículo para Tribuna Popular el 21 de abril de 2007. En esa oportunidad se salen de orden “...Rómulo Betancourt y su grupo para fundar un partido “policlasista”, el Partido Democrático Nacional (PDN), que luego negoció con apoyo de Nelson Rockefeller su legalidad y se llamó Acción Democrática (AD). Todo para luego aliarse con unos militares fascistas y en 1945 montar lo que llamaron la Revolución de Octubre. Así, el aventurerismo de Betancourt, ex comunista, condujo al país a una dictadura fascista de diez años”.
Desde
su fundación hasta fin del siglo XX, el PCV ha sufrido diversas
desmembraciones de las que han surgido diferentes grupos políticos. En
1945, cuando estaba dirigido por Juan Bautista Fuenmayor el Partido es
legalizado. Cinco años más tarde, el régimen de Marcos Pérez Jiménez
vuelve a considerarlo ilegal a raíz de una gran huelga petrolera en la
que, presuntamente, estaban implicados. Es en ese momento cuando Argelia
pasa a formar parte de las filas del Partido. Ocho años estuvo
guerreando “bajo perfil” con los miembros del PCV. En una casa de San
Agustín del Norte, por ejemplo, el Partido Comunista había instalado una
fábrica clandestina de manufactura de bombas; allí la línea de
producción la comandaba el ingeniero químico de Coro José “Chente”
Acosta, quien trabajaba noche y día manipulando explosivos caseros junto
a Federico Montenegro y Argelia Laya, a la que llamaban cariñosamente
“Negra”, según comenta Gustavo Medina Aguillón en un artículo publicado
para aporrea.org, el 21 de enero de 2008. También se cuenta que en
vísperas del 23 de enero tomó, con sus compañeros Armando Córdova y
Francisco Mieres, el Cerro San Miguel en la Cota 905, ellos con dos
chopos viejos y ella con cincuenta bombas molotov. Así de aguerrida era
ella.
Después
del derrocamiento de Pérez Jiménez, el PCV recupera su legalidad, pero
se deja llevar por lineamientos en extremo acordes con el plan de
gobierno cubano, “prácticamente al pie de la letra”, como dice Carrera. Tras esos hechos abandonaron las filas en serie muchos personajes conocidos: Douglas Bravo, Pedro Duno, J. R. Núñez Tenorio, Alfredo Maneiro. Luego, por los 60’s, “...entre muchos otros “guerrilleros arrepentidos”, se fueron del PCV figuras tan notables como Eloy Torres, Carlos Arturo Pardo, Argelia Laya, el “Indio” Marcano Coello, Eleazar Díaz Rangel, Pompeyo Márquez, Germán Lairet (...), un tercio del Comité Central. Claro, gozaron de gran apoyo de la prensa, y muy en especial de José Vicente Rangel, que así se convirtió en candidato a la presidencia de la República del nuevo partido socialista, el tal MAS” (Carrera:2007). Y, finalmente, tres años después abandonaron Eduardo Machado, Guillermo García Ponce y sus hermanos, junto a un pequeño grupo de seguidores.
Regresemos al año 1959, el año en que asiste como representante de
Venezuela al Primer Congreso Latinoamericano de Mujeres que se celebra en
Santiago de Chile. A su regreso, se incorpora de lleno en el Partido Comunista
quien decide acatar una política de lucha armada. Se une al movimiento
guerrillero y pasa a una clandestinidad seguramente más peligrosa y comprometida
por las montanas de Lara con el alias de “Comandanta Jacinta”. De su
experiencia en la guerrilla cuenta, “Para mi, en lo personal y en lo político
fue una experiencia que me permitió aprender (...) la forma como vivían y viven
los campesinos pobres de este país. De las cosas más terribles que vi fue el
dolor tan grande que sentían los guerrilleros cuando participaban en una
operación donde había soldados muertos. Ellos sentían que era una guerra entre
hermanos y entre la gente de la misma clase. Eran los pobres de un lado,
buscando un camino y una transformación por una vía que no nos condujo al
triunfo, sino a una derrota; y los pobres del otro lado, defendiendo los
intereses de los poderosos. Eso nos permitió iniciar una reflexión más profunda
sobre lo que era la política, sobre lo que nosotros queríamos y la justicia que
buscábamos. Nos condujo, a la gente que estábamos en el MAS, a la ruptura con
el dogmatismo y con la influencia de una dirección política desde afuera del
país. No hemos renunciado a la lucha por la justicia social” [iv].
Cerca
de los seis años estuvo dedicada a vida clandestina, tanto, que su madre murió
sin ella alcanzar a verla. Tenía la certeza que moriría ese año. Había
recibido una de sus cartas una semana antes, y varios regalitos para el resto
de los luchadores: “Ella les hacia bolsitas para las medicinas, para los
cigarros, les mandaba tarjetitas pintadas por ella, (…) entonces, tenía un
inmenso deseo de ir a verla (…) y yo sabía que no me lo iban a permitir (…) y
es que el cerco era espantoso". Así que no bajó. Luego supo que cuando la madre
sintió que se iba a morir le dijo a sus hijos: “Díganle a Argelia que cuidado,
cómo se le ocurre, que no se le ocurra” bajar. [v] Argelia se entera de
la perdida el mismo día que ella muere, el 18 de enero de 1966, justamente,
cuando en un impulso incontenible y tras los ruidos de metralletas y
bombardeos, enciende la Radio Rumbos para enterarse minutos después de la
amarga noticia.
Como más arriba comenta
Argelia, ya para aquellos momentos el movimiento al socialismo (MAS) era un
Partido totalmente consolidado. Pero pasemos entonces a abordar este tema desde
sus inicios con mayores detalles. En la década de 1960, un importante sector de
la directiva del Partido Comunista de Venezuela se separa de éste y funda el
Movimiento Al Socialismo (MAS), un partido político con una postura ideológica
basada en la corriente socialista que encabezó Pompeyo Márquez, Teodoro
Petkoff, Argelia Laya, Eloy Torres, Tirso Pinto, Freddy Muñoz y Carlos Arturo Pardo.
El 19 de enero de 1971 se realiza la primera Convención Nacional en el Club de
los Ciegos de Caracas, llamado Club de Solaz, en la calle real de Monte Piedad.
El primer Secretario General fue Pompeyo Márquez; Secretario de Organización,
Germán Lairet; Secretario de Propaganda, Teodoro Petkoff y Secretaria Femenina,
Argelia Laya. Luego de tres días de deliberaciones, el Movimiento al Socialismo
(MAS) se constituye formalmente. En los estatutos originales se lee que son una
fuerza comunista venezolana; una organización de lucha formada por la union
libre, voluntaria y democrática de obreros, campesinos, estudiantes,
intelectuales de avanzada y demás sectores sociales que combaten de manera
consecuente para poner fin a la opresión imperialista sobre la patria y para la
construcción de una nueva sociedad: la sociedad socialista... La idea, según
dijo Teodoro Petkoff, “era la de romper con toda esa constelación
político-ideológica cuyo centro era la URSS”. De esta manera abandonaron la
corriente marxista tratando de establecer una clara diferencia con la línea
dura soviética.
El
nacimiento del MAS significó un proceso de avanzada y un cambio
fundamental para Laya. Se entregó plenamente al proyecto para
transformarlo en un instrumento de progreso y de seguridad para el país y
más que nada para las mujeres. Es así que, luego de los enfrentamientos
armados que se vivieron durante los primeros años de las décadas 1960 y
1970, funda en 1972 el primer grupo de militantes de partido que se
auto proclamaban feministas, “Movimiento de Mujeres Socialistas”, una
organización con mucho más poder de convocatoria y mucha más
participación que hasta ahora no había existido en la nación. Entre sus
integrantes estaban Josefina Jordán, una de las fundadoras junto a
Argelia, Tecla Tofano, Josefina Acevedo, Franca Donda y Perla Vonasek.
Desde esta posición comenzó a conquistar espacios, llegando a ser la más
importante dirigente política femenina y luchadora por los derechos de
la mujer que haya tenido Venezuela.
Son sus compañeras y
compañeros militantes de MAS, los que pueden atestiguar mejor que nadie
la disposición y el tesón con que Argelia dedicó su vida al ejercicio
político desde el momento de su fundación. Una especial atención le fue
dado a los problemas de naturaleza ética que se suscitaban dentro de la
organización, y más aún, cuando se comenzó a ejercer las actividades de
funcionario público. Su preocupación por el correcto funcionamiento la
llevó a trabajar firmemente en la aprobación de un Código de Ética para
los funcionarios públicos socialistas que ella misma, por propia
iniciativa elaboró. “El interés de Argelia, sin embargo, no se
limitaba a lo que podríamos denominar la ética de los actos. Ella
entendía la relación existente entre hábitos, actitudes de los actores y
los actos en los cuales éstos participan, así como el papel relevante
que juegan valores y principios en sus determinaciones” (Walter, 1998:83).
Argelia
fue madurando conceptos y convicciones durante todo su proceso
político. En tal medida sus ideas feministas fueron cambiando con el
pasar del tiempo. Al inicio del MAS cree firmemente en la “utopía” de
movimiento de movimientos como dice su gran amigo Fernando Aranguren: “Una
de las actividades que compartimos muy fuertemente, fue tratar de
convertir el Movimiento de Mujeres Socialistas en un movimiento
nacional, por un lado; que tuviera la posibilidad de tener la
independencia del MAS, pero también ser parte del respaldo del MAS, para
evitar de que el MAS se fuera hacia conductas totalitaristas...” (Domínguez,
1998:26). Su esencia era feminista, y el ser feminista era más que una
postura ante la vida, era, como Aranguren dijo, una “Cosmovisión”. La
razón de sus esfuerzos era llevar a las mujeres a negociar, a defender
su participación al margen de las tendencias tradicionalistas y sus
intereses. Aunque muy a menudo, por tener esta amplia perspectiva de
vida para la mujer, tuvo que sobrellevar una dilatada serie de críticas
entre las propias mujeres. El mismo Aranguren dice al respecto: “Viví
con ella la transformación de mujeres que eran acérrimas enemigas del
movimiento feminista y del movimiento a favor de la lucha de la mujer...
de cómo ir transformándolas pero a través no de “forzar la barra”, sino
de ir reconociendo los puntos de contacto en el concepto de cada
cosmovisión de ser mujer (...). Cómo Argelia me enseñó que hay como
(...) velocidades (...), ritmos distintos (...), diferentes de
incorporación y esos ritmos permiten como ir cambiando procesos de
discusión, de dialogo...” (Domínguez, 1998:28). Realmente buscaba
hacer crecer el pensamiento feminista a través del diálogo y la unión
entre las mujeres de los distintos Partidos y militancias políticas.
En
1988 fue candidata a Gobernadora del Estado Miranda postulada por el
MAS y dos años más tarde fue nombrada presidenta del partido. Pero a
estas alturas dentro de las filas del MAS se percibían cada vez más
elementos de descomposición, puntualmente en hechos de corrupción. Cómo
preocupaba a Argelia esto, lo que sería la antesala de una
desintegración moral y hasta ideológica del partido. No obstante,
siempre reconoció los errores, las dificultades de llevar adelante un
proyecto político partidista transformador de realidades e inspirado en
hondos valores humanos; más todavía, cuando se intenta desarrollarlo en
un mundo político deteriorado e inyectado de antivalores. Poco antes de
su muerte, escribe una declaración que fue publicada en el Diario de Los
Andes como un documento político de gran trascendencia y que salió a la
luz pública en 1997, a los pocos días de su partida. Beatriz Domínguez,
en el número 9 de la Revista Venezolana de Estudios de la Mujer cita un
pequeño párrafo de dicha declaración: “Lo que ocurre hoy en el
MAS, es una dramática crisis política, espiritual, ideológica, moral y
ética que afecta a los partidos políticos y a otras organizaciones de la
sociedad civil e instituciones donde (salvo honrosas excepciones) gran
parte del liderazgo ha protagonizado un comportamiento y un discurso
personalista, autoritario y negador de la democracia” (Sosa, 1997:8). (Domínguez, 1998:20).
En
cambio, en su lucha, concretamente en el campo de los derechos
femeninos si se obtuvieron frutos. Desde cada una de las posiciones
políticas que le tocó desempeñar fue una activista permanente en la
lucha por erradicar los maltratos, las injusticias, las discriminaciones
hacia la mujer por su sexo, por su color o su posición económica. Como
ella mismo dijo en varias oportunidades: “Pobre, negra y mujer, es lo
que me mantiene aquí donde estoy”. Argelia Laya fue la mujer que sin
descanso batalló para salvar a las miles de mujeres que mueren por
interrumpir clandestinamente el embarazo, proponiendo como medida
preventiva la despenalización del aborto en el Código Penal; por las
guarderías, por las embarazadas, por el reposo pre y post natal, por las
madres y los niños adoptivos, por la no discriminación en las ofertas
de empleo, en defensa por los derechos de las trabajadoras, en aquel
momento, en el Titulo VI de la Ley del Trabajo. Fue ella la primera
quien visitó a Inés María Marcano en la cárcel, detenida por una
infausta interpretación del Código Penal, indignada por la atrocidad
cometida a esta mujer, a quien, unas alimañas humanas mataron y violaron
a su pequeña hija y luego, la “justicia” alegaba que debía pagar el
delito de no tener con que pagar a una niñera mientras trabajaba; o el
famosos caso de Cipriana Velásquez, muerta ella y su hijita por defender
su derecho al trabajo. Ante el Parlamento en 1985, estas fueron las
palabras de Argelia:
“Una
de las preocupaciones fundamentales del Movimiento Al Socialismo desde
nuestra fundación desde hace 15 años, ha sido el estado de indefensión
de la ciudadanía, y en mi caso particularmente de la mujer (...)
¿Menoscabar, restringir o anular el reconocimiento, el goce o el
ejercicio por la mujer de sus libertades fundamentales como ser humano,
no es acaso una violación del Estado de Derecho? ¿Las personas, hombres y
mujeres que violan los derechos de la mujer deben ser o no sancionados?
(...) Aún no se ha repuesto el ánimo público por la
trágica muerte de Cipriana Velásquez, Oficinista III del Ministerio del
Trabajo, quien esperaba parir por estos días probablemente (...)
Despedir a una mujer trabajadora embarazada, es una conducta cruel,
inhumana, inconstitucional es negarle el derecho al trabajo y a la maternidad (...).
El
trabajo es un deber según la constitución Nacional y un derecho para
todos los ciudadanos sin distinción de sexo, la maternidad es también un
derecho constitucional y además una funcion social que garantiza la
continuidad de la especie. Hay que reformar las leyes ahora, hay que
enfrentar la deshumanización, hay que hacer participativa la democracia
para profundizarla, la democracia económica, la democracia social, la
democracia política. Eliminar ahora todas las formas de discriminación
contra la mujer en una obligación del Estado, del gobierno, de las
organizaciones no gubernamentales y de los partidos de la oposición.
Asumo
si, el dolor ajeno como propio, si lo asumo. No demagógicamente ni de
manera oportunista, porque yo no he gobernado en este país, y lo asumo
como propio y Ojala todos los gobernantes, parlamentarios, congresantes,
concejales y ministros también lo asumieran como propio porque entonces
podríamos atacar la pobreza crítica, el desempleo, el hambre, la
desnutrición y le encontraríamos solución a los problemas asumiendo de
verdad el dolor ajeno como propio. Por no asumir el dolor
ajeno como propio los Gobiernos de Acción Democrática, de COPEI y de
Unión Republicana Democrática no han sido capaces de cumplir sus ofertas
electorales”
En 1975 se celebraba el I Congreso de
Mujeres Venezolanas con ella como Vicepresidenta. Ese mismo año forma
parte de la Comisión de Asuntos Sociales del Congreso y defiende los
derechos de las mujeres obreras. En el Discurso de Orden en la Sesión
Especial celebrada por el Concejo Municipal del Distrito Federal con
motivo del “Día Internacional de la Mujer”, la Profesora Argelia Laya
pronunció estas trascendentales palabras:
“Es necesario subrayar
de manera categórica, que ninguna nación puede darse el lujo de privarse
de la contribución efectiva de más del 50% de sus miembros sin correr
el grave riesgo de retrasarse en todos los terrenos (...) Sólo una elite
privilegiada, sólo una minoría de mujeres puede disfrutar de los mismos
derechos que el hombre, ya que la situación de sometimiento y
discriminación de nuestra sociedad hacia la mujer esta presente en la
realidad que nos atormenta diariamente en costumbres, prejuicios, supersticiones
y leyes existentes que no permitirán cambiar esta situación si no
tomamos conciencia de ello todos los venezolanos, en especial las
fuerzas democráticas y progresistas y fundamentalmente las mujeres (...)
Para mii es un honor hablarles hoy en esta ilustre Cámara (...) que nos
ha permitido recordar en tal oportunidad a los concejales, a los
representantes de los partidos políticos, a las dirigentes femeninas y a
las mujeres del pueblo, la necesidad imperiosa de crear condiciones
materiales para que la igualdad de la mujer venezolana deje de ser letra
muerta
En tal sentido, dentro de su discurso Argelia planteó
algunos de los problemas más urgentes a ser atacados y que a
continuación enumeramos:

Argelia fue madurando conceptos y convicciones durante todo su proceso político. En tal medida sus ideas feministas fueron cambiando con el pasar del tiempo. Al inicio del MAS cree firmemente en la “utopía” de movimiento de movimientos como dice su gran amigo Fernando Aranguren: “Una de las actividades que compartimos muy fuertemente, fue tratar de convertir el Movimiento de Mujeres Socialistas en un movimiento nacional, por un lado; que tuviera la posibilidad de tener la independencia del MAS, pero también ser parte del respaldo del MAS, para evitar de que el MAS se fuera hacia conductas totalitaristas...” (Domínguez, 1998:26). Su esencia era feminista, y el ser feminista era más que una postura ante la vida, era, como Aranguren dijo, una “Cosmovisión”. La razón de sus esfuerzos era llevar a las mujeres a negociar, a defender su participación al margen de las tendencias tradicionalistas y sus intereses. Aunque muy a menudo, por tener esta amplia perspectiva de vida para la mujer, tuvo que sobrellevar una dilatada serie de críticas entre las propias mujeres. El mismo Aranguren dice al respecto: “Viví con ella la transformación de mujeres que eran acérrimas enemigas del movimiento feminista y del movimiento a favor de la lucha de la mujer... de cómo ir transformándolas pero a través no de “forzar la barra”, sino de ir reconociendo los puntos de contacto en el concepto de cada cosmovisión de ser mujer (...). Cómo Argelia me enseñó que hay como (...) velocidades (...), ritmos distintos (...), diferentes de incorporación y esos ritmos permiten como ir cambiando procesos de discusión, de dialogo...” (Domínguez, 1998:28). Realmente buscaba hacer crecer el pensamiento feminista a través del diálogo y la unión entre las mujeres de los distintos Partidos y militancias políticas.
- Porque se cumpla el principio de que a trabajo igual, corresponde salario igual.
- Por más y mejores fuentes de trabajo a fin de que la mujer logre afirmar totalmente su personalidad así como su condición humana para alcanzar la emancipación.
- Por la aplicación real de todos los derechos sociales, multiplicando y perfeccionando las instituciones como: casas-cunas, jardines de infancia, centros de salud, comedores escolares, lavanderías, protección medica particularmente a la madre y el niño.
- Por el abaratamiento de los artículos de primera necesidad
- Por la Reforma de Códigos y Leyes donde se discrimina a la mujer tales como: el Código Civil, Ley de Trabajo, Reglamentos de Radiodifusión, Agricultura y Cría, Estatutos de Menores, etc.
- Por el mejoramiento del sistema educativo y cultural del país.
- Por la defensa de los derechos de la infancia y de la juventud. Y especialmente por una solución profunda al problema de la niñez abandonada.
- Por el respeto a los derechos humanos y a las garantías constitucionales. Por la libertad de los presos civiles y militares; regreso de los exiliados, y cese a la persecución y represión política y especialmente de las mujeres.
Los últimos años
del Siglo XX
En 1982
participa activamente en las luchas por la reforma del Código Civil y en los
años siguientes se incorpora al movimiento que promueve las reformas a la Ley
de Partidos Políticos, cuyo propósito era aumentar la participación de la mujer
en los gremios políticos del Estado. A parte de ser fundadora del MAS y del
“Movimiento de Mujeres”, también lo fue de la Coordinadora de Organizaciones no
Gubernamentales de Mujeres (CONGM) en 1989, integrando ese mismo año la
Comisión Bicameral para los derechos de la mujer, creada el 24 de mayo, con el
fin de velar por el cumplimiento de la Convención Internacional para al
Eliminación de toda Forma de Discriminación contra la Mujer, aprobado en la ONU
el 18 de diciembre de 1979. La CONGM dio paso más adelante a la Comisión
Nacional de Mujeres (CONAMU), de la cual fue asesora ad honorem. También fue
miembra de la Comisión Femenina Asesora de la Presidencia de la República
(COFEAPRE) y participó dentro de la política masista como Concejala en diversas
oportunidades y como Diputada al Congreso Nacional. Asimismo, después de vivir
la experiencia de la Liga Feminista de en Maracaibo de la “Casa de la Mujer”,
quiso multiplicar ese proyecto en el resto del país. La “Casa de la Mujer”
tenía como objetivo levantar casas para apoyar, socorrer y proteger a las
mujeres en la defensa de sus derechos. De esta manera nacen “Casas de la Mujer”
en Petare, Cumana, Cantaura, Punto Fijo, Maracaibo, San Cristóbal, Caracas,
Tucupita, en Sucre, donde existen cinco y en Portuguesa, la cual lleva su
nombre.

“...desarrollar
y consolidar progresivamente la erradicación de los estereotipos sexistas,
discriminatorios contra la mujer, y favorecer la emergencia de valores que
consoliden la igualdad de oportunidades en la dinámica del sistema educativo en
sus niveles fundamentales” (Banchs, 1998:61). Un año antes de morir, en marzo de
1996, viajo a Chile como delegada del CONAMU para asistir a la Segunda Reunión
de Discusión sobre Mujer y Educación, y trabajó continuamente en defensa de las
mujeres apoyando y promoviendo la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la
Familia.
De sus
luchas, entregas, resistencias, lágrimas, frustraciones y alegrías quedan las
huellas en la realidad venezolana. Entre algunas mencionaremos el ejercicio del
voto femenino en 1947, la aprobación de la Reforma del Código Civil en 1982, La
aprobación de la Reforma de la Ley del Sufragio en 1997 y la publicación de
libros como Lenin: liberación de la mujer; Nuestra Causa, (recopilación de
trabajos sobre los problemas de la mujer); y La condición de la mujer: un
asunto de interés nacional I y II, acompañado de la “Ley Aprobatoria para la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer”, vigente en
Gaceta Oficial N° 3.074 desde el 16 de diciembre de 1982.
Argelia Laya se hace eco inmortal en el interín de la X Convención Nacional de MAS en Río Chico, “donde estaba su ombligo” como ella misma decía, después de haber demandado la cuota del 30% de participación de mujeres en todas las planchas llevadas a elecciones nacionales y locales. Un acuerdo celebrado entre todas las mujeres del mundo entregadas a la Causa, y además, aprobado en el artículo 144 de la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política, unos meses antes. Pocas personas tienen el privilegio de morir haciendo lo que más le gusta, y a la Argelia le sucedió así. Un 27 de noviembre de 1997.
Uno ciertamente se queda corto ante la dilatada proporción de su trabajo. Tendríamos que extendernos en exceso para abarcar toda su obra. Sin embargo, decidimos que hasta aquí hemos alcanzado a revelar un panorama considerable de lo que esta mujer ofreció a la vida. A modo de conclusión, quisiéramos entregarles unas palabras de reflexión dichas por ella misma en el Discurso de Orden celebrado por el Concejo Municipal del Distrito Federal con motivo del “Día Internacional de la Mujer”: “Señores y Señoras: Las mujeres somos la mitad de la población, tenemos las mismas necesidades, la misma capacidad y tanto valor como los hombres para enfrentarnos a la vida. Todos, hombres y mujeres, somos responsables ante la historia. Pero como es ésta una sociedad donde los hombres disfrutan condiciones más favorables que las mujeres, creemos necesario reafirmar que los hombres solos no podrán nunca alcanzar el progreso de la nación venezolana. Venezuela necesita un cambio progresista de verdad que la convierta de nuevo en una nación independiente y soberana. Sin duda alguna el pueblo hará este cambio. Y las mujeres en estas próximas décadas que faltan para entrar a un nuevo siglo, lucharemos por nuestros derechos y por los de nuestra patria, porque el problema de la igualdad de la mujer es el problema de la liberación de los pueblos”.
FUENTES BIBLIOGRAFICAS
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[ii] “Conversando con Argelia” en Mujeres en Lucha 1984 pp 8-10. Revista Venezolana de Estudios de la Mujer. Vol. 3 N° 9, octubre-diciembre. Pág. 125. Centro de Estudios de la Mujer. Universidad Central de Venezuela.
[iii] Palabras de Argelia Laya en el Guión Argelia Laya, por ejemplo, del Grupo Feminista “Miércoles”, 1987. 24 pp. (Original), en ESPINA, Gioconda, (1998) “Argelia Laya, por ejemplo”. Revista Venezolana de Estudios de la Mujer. Vol. 3 N° 9, octubre-diciembre. Pág. 47. Centro de Estudios de la Mujer. Universidad Central de Venezuela.
[iv] “Soy de la primera promoción”. Foro Especial 21. 1992. Revista Venezolana de Estudios de la Mujer. Vol. 3 N° 9, octubre-diciembre. Pág. 129-130. Centro de Estudios de la Mujer. Universidad Central de Venezuela.
[v] Palabras de Argelia Laya en el Guión Argelia Laya, por ejemplo, del Grupo Feminista “Miércoles”, 1987. 24 pp. (Original), en ESPINA, Gioconda, (1998) “Argelia Laya, por ejemplo”. Revista Venezolana de Estudios de la Mujer. Vol. 3 N° 9, octubre-diciembre. Pág. 46. Centro de Estudios de la Mujer. Universidad Central de Venezuela.
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